La insoportable levedad del optimista irredento.
Vivir en los albores del inicio del descenso energético es muy duro. Por un lado compartes tu vida con personas que consideran la tecnología como el nuevo Dios de nuestro tiempo. Por otro lado, la inercia de una continua mejora de la calidad de vida hace difícil, si no imposible, justificar un próximos descenso a los infiernos, cuando la única referencia conocida es el pasado. En este contexto, explicar la visión futurista de un presente muy complicado, seguido de un descenso a los infiernos en las próximas décadas, induce a un rechazo generalizado por parte de la gran mayoría de la sociedad. Cuantas veces hemos escuchado eso de que "yo vivo mucho mejor que mi padre y mi padre vivía infinitamente mejor que el suyo", como justificación de un progreso imparable. Como tratar de analizar de forma imparcial, las cifras de oferta y demanda de productos escasos, cuando la respuesta común, suele ser el infalible "algo encontrarán". La fe en la humanidad, acompañada de un